“Una vez una clienta me preguntó: «¿Sabés qué es lo que más me gusta de esta cocina? El pino de enfrente», y señaló hacia la ventana que le hice colocar estrategicamente, en un determinado lugar.
Es decir, que lo más importante de la cocina, como decía al principio, no es la cocina, porque la arquitectura, en realidad, se comporta más como una cáscara que como un objeto. Una cáscara que nos ayuda a vivir.”
Cuando leí este párrafo del libro “Cirugía de casas” del arquitecto Rodolfo Livingston, pensé: Si la arquitectura se comporta como una cáscara que nos ayuda a vivir, una página web es una cáscara que nos ayuda a comunicar.
Porque, en definitiva, eso es una página web. Más que un objeto de diseño, es un contenedor para lo que se quiere decir, transmitir, comunicar.
Claro que esa cáscara tiene que estar bien pensada, diseñada y construida sobre bases sólidas.
Al igual que una casa.
El objetivo de una web debe ser resaltar y destacar la narrativa. Nunca ser un objeto de diseño en sí mismo.
Y todo el proceso se desarrolla con una estrategia orientada a un objetivo.
Como la ventana de la clienta de Livingston.