Días atrás leí un artículo en un portal que me dejó congelada. Le leí y no lo podía creer. Tanto fue así que giré mi silla y llamé a Vero que estaba trabajando en el escritorio detrás mío. Le toqué el hombro y le dije: “Date vuelta un segundo y mirá conmigo esto… ¿es real?”
Tal vez ya sepas de esta noticia, tal vez no. La resumo aquí debajo en unas líneas:
Ricardo Ten, un ciclista paralímpico sin brazos y sin una pierna, obtuvo cuatro medallas de oro en el Mundial de Glasgow, Escocia.
Hasta aquí todo bien.
Lo increíble viene ahora…
Además de las medallas, el deportista español recibió un reloj especial de la marca de suiza Tissot tras ganar la prueba de scratch C1, en la que superó a sus competidores con una velocidad promedio de 44 km/h.
El reloj es un reloj pulsera.
Un reloj para colocar en su muñeca… el hombre no tiene brazos, y el reloj es un reloj pulsera… Pulsera, muñeca, brazos… ¿De verdad? Si, de verdad.
¿A quién se le ocurrió ese reconocimiento? ¿Quién pasó por alto pensar que debían elegir un regalo que contemple la diversidad de los participantes? ¿O por qué no tener varias opciones y elegir la que le sirviera al ganador?
En fin, más allá de la indigación que me provoca semejante torpeza, esto es lo que sucede cuando empresas y organizaciones no se toman en serio la inclusión.
Cuando la ven como una demanda del mercado que tienen que satisfacer con marketing; cuando creen que patrocinar un evento y aparecer asociados a una actividad para personas en situación de discapacidad es suficiente; cuando no hay compromiso sino simplemente… una lavadita de cara, maquillaje y a facturar.
Si no hay coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, tarde o temprano se revela lo evidente. Y toda la buena imagen construida se pierde en un instante.
Ya sé, Tissot tiene presupuesto suficiente como para resolver esta crisis de reputación… Pero marcas más pequeñas no.
Otras no cometen errores tan groseros pero en su comunicación digital no tienen en cuenta buenas prácticas de accesibilidad, aunque se digan inclusivas.
Por eso me pregunto: Cuando un negocio dice que quiere ser mejor para el mundo, ¿Puede serlo si no tiene empatía?
Me quedo pensando…